qué más se puede pedir...

qué más se puede pedir...

martes, 19 de noviembre de 2013

La familia es la clave


¿Qué es la felicidad? Para muchos es un estado de ánimo que uno siente en algunos momentos de su vida. Los que defienden esta postura la definen como algo que surge de manera momentánea como consecuencia de una acción que les ha resultado placentera. Sin embargo, otros piensan que la felicidad se resume como la satisfacción de todos los deseos que uno tiene, y que muchas veces se consigue al entregarse a los demás.

En mi opinión, la felicidad es algo que crece con la persona y que por tanto, se va adquiriendo a la largo de la vida. Las experiencias personales son las que nos permiten adquirir la capacidad de ser felices, cuanto más nos conocemos y cuantas más cosas  vivimos, más fácil resulta entregarse a los demás y alcanzar con ello la esperada felicidad.

Aludiendo a este tema, percibo cómo un momento gratificante el día en el que, terminadas mis primeras prácticas en la Clínica Universitaria, sentí la recompensa de mi esfuerzo en las palabras de felicitación que me trasmitieron los pacientes con los que había estado durante esas semanas.

Esa experiencia, me supuso un impulso en mi trayectoria personal y profesional, pues me aportó la energía y felicidad necesaria para seguir luchando por lo que realmente quiero ser. En este caso, veo reflejado mi ejemplo personal en una frase del escritor Paulo Coelho que dice: " La felicidad es a veces una bendición, pero por lo general es una conquista".

Frente a estas dos posturas y de manera opuesta, surgen  las personas egoístas. Estas solo piensan en sí mismas y eso les hace ser infelices y por tanto, desconocen lo que es la felicidad. La felicidad tiene que ser un deber, y todos debemos llevar a cabo acciones que nos permitan experimentarla.

Es un error creer que el ser humano puede alcanzar la felicidad con los bienes materiales o, como se cita en el libro, cambiando cada tantos años de marido o mujer para intentar alcanzar así esa sensación de bienestar. Pensar de esta forma es un error antropológico. Ya lo dijo Fernando Savater; "La ambición por tener poder y dinero muchas veces sirve de tapadera de carencias que no pueden adquirirse como los bienes materiales".



En el libro se habla también de las diferencias entre las familias con hijos únicos y las familias numerosas. Las primeras por el hecho de  tener un único hijo, este suele tener todo lo que quiere, y que por tanto no conoce de la misma manera que los están acostumbrados a repartir, los conceptos de la generosidad, el saber aprender de los demás, el compartir de lo que escasea. Los hijos únicos no están habituados a tener que compartir los bienes comunes con los demás por el hecho de que ellos tienen bienes que le son propios y por tanto no tiene que compartir con nadie más.

En muchas familias en las que hay un hijo único, se da que el hijo anteponga su bienestar al de los demás. Este hecho es en parte cierto, porque si que hay familias con hijos únicos que sufren este problema. Pero también es verdad que existen casos, entre los cuales me incluyo, en los que la familia educa a su único hijo en valores que le enseñan a compartir y a pensar en los demás.

Jaime Nubiola, escritor del libro "Invitación a pensar", afirma en el mismo que los hijos de familias numerosas, por el hecho de estar habituados a compartir y a saber no ser el único centro de atención de los padres, son capaces de anteponer el cuidado de los demás al propio. Con esta idea, entendemos que el egoísmo no se da, por lo general, de la misma manera en las familias numerosas como en las de hijos únicos.



No hay comentarios:

Publicar un comentario